Beatriz Osés. Edebé, 2016
Cuarta novela de la serie de intriga y misterio del atípico investigador Erik Vogler. En esta ocasión, el trio protagonista compuesto por Erik, su temperamental abuela y el inquietante Zimmer, viajarán a un chateau de Francia donde se reunirán con antiguos compañeros de estudios de la anciana. Allí, Vogler se enamora de Cloe, una misteriosa habitante del castillo en el que quedan todos encerrados mientras los invitados van apareciendo muertos sin aparente explicación.
Una trama policiaca bien urdida mantiene el interés del lector, pero, como ya apuntamos en nuestra anterior reseña Erik Vogler y los crímenes del rey blanco, son los tres personajes protagonistas, con sus manías y peculiaridades, los que provocan numerosas situaciones cómicas y dan personalidad a esta saga, creando un triángulo poco habitual en las novelas de aventuras que conectará con los lectores de cualquier edad.
¿O acaso es frecuente que Erik, un chico de 15 años snob y algo histérico tenga como compañera de aventuras a su abuela, que además se detestan cordialmente? Por no hablar del encantador Zimmer, el polo opuesto del protagonista…Estos peculiares personajes han ido creciendo y definiéndose en cada título y la autora ha tenido el acierto de conseguir un antihéroe al que no podemos odiar, por más friki que lo presente.
Bien escrita, ágil, con un fino humor que recorre toda la obra y la intriga bien dosificada, nos encontramos un Vogler que nos mira desde la portada, como en otras ocasiones, pero ahora con cara de enamorado. La ilustración de Iban Barrenetxea no solo recoge bien los rasgos del protagonista, sino que le aporta personalidad. Hasta la vista, Erik. MB
Recomendado a partir de 11 años
