Oliver Jeffers. – Andana, 2015
De la A a la Z discurre el camino que Jeffers propone a los niños en este hermoso álbum en el que palabra e imagen forman un todo inseparable para transmitir humor, ironía, absurdo, imaginación y muchos motivos de reflexión.
La disculpa no es otra que el abecedario y el por qué ya lo adelanta en su breve introducción, Las palabras forman las historias, y las letras forman las palabras, entonces las historias están hechas de letras. Ni las historias lo serían sin palabras, ni estas tendrían sentido sin las letras. Así, de Astronauta a Zepelín desfilan ante el lector cantidad de términos, desde el que da nombre a cada microcapítulo a otras muchas introducidas en él que comienzan por la letra a la que se dedica. Astronauta, altura, batalla, barranco, Benito, curiosa, café, cocina,… animan a seguir inventando, a pararse en cada historia e imaginar otras en las que introducir nuevas palabras con d, e, f, g….z. En este sentido cabe destacar el trabajo de traducción y adaptación de las palabras que no en todos los idiomas comenzarán pro la misma letra.
Jeffers propone un juego para y con el lector y lo hace con toda su genialidad y habilidad para narrar. Frescura y agilidad en el texto y en el trazo. Sus historias, con varios niveles de lectura, invitan también a la reflexión. Sus personajes son simplistas solo en apariencia. A veces listos, a veces tontos, siempre entrañables, en ellos se encierra una amplia gama de sentimientos y valores como el miedo, la empatía, la paciencia, la buena educación, la valentía, la soledad, la curiosidad…. que Jeffers expresa bien con la palabra, bien con la imagen, minimalista pero expresiva, infantil, ingenua, que engancha al lector con su habitual técnica de acuarela y lápiz.
La historias, aparentemente independientes, encierran un ejercicio de autometaliteratura, palabra atrevidamente inventada para definir los guiños y relaciones internas, no solo entre las historias del libro sino con otras historias y personajes de otros títulos del autor. Así, no solo el buzo y en pulpo recorren varios capítulos resolviendo problemas, también el leñador lector lo hace, como el Astronauta aparecerá en el Zepelín, cerrando así el círculo entre las historias primera y la última. Pero por estas páginas también circulan los dos amigos de Arriba y abajo, el alce que podría ser de Este alce es mío, o el marciano de De vuelta a casa.
Este particular mundo, el humor con el que lo describe, negro en ocasiones, y su forma de contar, atrevida, sin edulcorantes, despertará la curiosidad de los primeros lectores como ya lo hizo con sus historias independientes, pero también al adulto, que alcanzará a reconocer mucha filosofía en tan pocas pero bien utilizadas palabras. M.L.P.
A partir de 6 años