Genki Kamamura. – Alianza, 2017
Un tumor cerebral irreversible es el detonante de la acción de este relato en el que el protagonista va despojándose de determinados objetos con el fin de alargar un poco más su vida.
Es el diablo quien, alegremente vestido con ropa hawaiana, tienta al joven protagonista. Impactado por la terrible noticia y llevado por el deseo de alargar su vida, irá despojándose de objetos como el teléfono, el cine, los relojes. Según se va desprendiendo de ellos, y mientras repasa mentalmente las posibles repercusiones que estas desapariciones causarán a su alrededor, repasa las ocasiones en las que estos objetos fueron importantes en su vida.
Como decía su madre, para conseguir algo, tienes que perder algo. Pero cuando el diablo le propone hacer desaparecer a los gatos, se desencadena en él una reacción emocional que lo conecta con la madre, desaparecida cuatro años atrás, y con un padre con el que no habla desde la muerte de aquella. Si bien hay razones para la existencia de ciertas cosas en este mundo, no las hay para perderlas. Y sobre todo no es él el encargado de someter al mundo a la desaparición de objetos tan preciados. Los recuerdos hacen que el protagonista se sumerja en sí mismo y reconozca que la vida no es más importante que la forma en la que decidimos vivirla. Estas reflexiones lo llevan a escribir la carta definitiva con la que reconciliarse con su padre y con su breve existencia.
Una historia nostálgica a la vez que divertida que apareció en Japón por entregas, en la revista Line. Una forma de publicación habitual en Japón de acuerdo con los hábitos lectores de los ciudadanos.
Un lenguaje sencillo, en un tono nostálgico a la vez que ameno, con toques de fantasía y un vocabulario cuajado de palabras y expresiones en japonés, para hablar de temas fundamentales para cualquier persona como la amistad, el amor, la familia y la muerte.
Si los gatos desaparecieran del mundo ha sido llevada al cine por el director Akira Nagai M.L.P.
A partir de 15 años y en la frontera.
