5 OVEJAS NEGRAS

Mi Primer Libro de Relatividad

Mi primer libro de Relatividad - Editorial Juventud

Sheddad Kaid-Salah Ferrón y Eduard Altarriba. Juventud, 2018.

Si preguntas que a quién le suena el nombre de Einstein y la teoría de la relatividad, verás muchas manos levantadas. ¿Quien no recuerda la imagen de Einstein con su melena desaliñada delante de una pizarra llena de ecuaciones impenetrables? Si ahora preguntas que porqué la teoría es tan famosa, casi todas las manos volverán a los bolsillos. La relatividad debe tratar de algo importante pero cómo voy a entenderla yo, que me atasco en una simple división con decimales.

Mi Primer Libro de Relatividad no te convertirá en un genio de las matemáticas, pero te abrirá la puerta a una de las teorías más fascinantes en la historia de la ciencia. El físico Sheddad Kaid-Salah, con el apoyo de las espléndidas ilustraciones de Eduard Altarriba, sólo ha necesitado 45 páginas de formato generoso y bien ventiladas para describir los fundamentos de la relatividad especial con claridad cristalina. Einstein construyó su teoría sobre el principio de que la velocidad de la luz es siempre la misma, independientemente de que la fuente de la luz se mueva o esté en reposo respecto a quien la observa. A partir de ahí y siguiendo unos razonamientos que cualquier cerebro en buen uso entenderá sin dificultad, el libro nos conduce a las asombrosas conclusiones de que cuando algo se desplaza a una velocidad próxima a la de la luz el tiempo transcurre más lentamente, el espacio se contrae y la masa aumenta respecto a un observador que se mueva independientemente.

A primera vista, esas conclusiones parecen totalmente absurdas. Si fueran verdad, cada reloj marcaría una hora diferente y engordaríamos o adelgazaríamos dependiendo de la velocidad a la que nos cruzásemos con los demás. Pues aunque te cueste creerlo, eso ocurre. Si no lo percibimos es porque la variación en el tiempo, el espacio y la masa ocurren a una escala tan infinitesimal que quedan muy por debajo del nivel de detección de nuestros sentidos. Los efectos de la relatividad sólo son medibles a velocidades próximas a la de la luz, que es de casi 300000 km/segundo. Como nuestros deplazamientos cotidianos no están ni remotamente cerca de esa velocidad, la relatividad no afecta nuestra vida diaria y nadie la echó de menos hasta que Einstein imaginó su existencia. Pero no percibir algo no significa que no exista. Si no supiésemos que la Tierra gira alrededor del Sol y alguien nos dijese que durante la hora que pasamos sentados en un café recorremos 108.000 kilómetros (sí, ciento ocho mil) en su órbita sin despeinarnos, también nos parecería absurdo.

Mi Primer Libro de Relatividad sirve para recordar que la naturaleza se extiende más allá de lo que vemos, oímos y tocamos, hasta territorios asombrosos al alcance del razonamiento y la imaginación. También sirve para que cuando alguien vuelva a preguntar que de qué va la teoría de la relatividad, levantemos la mano.

Colaboración de F.A.

Recomendado a partir de 11 años.

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