Cristina Oleby y Cecilia Varela. – La Guarida, 2020. – (Pi)
Un misterioso alce, totalmente negro, aparece un día en mitad de la carretera que atraviesa un bosque. La primera que lo ve es una liebre curiosa dispuesta a ayudar al desorientado a animal a encontrar su casa. Pero el alce no pronuncia palabra. Imposible saber cómo se llama, ni qué hace allí ni cómo ha llegado…, ¿por qué no habla?. La liebre vivaracha no se rinde y decidida, comienza a preguntar a todos los animales del bosque que salen a su paso.
Pero a pesar de sus opiniones, ni el lobo, ni la grulla, el lince, el oso, ni el jabalí podrán darle una pista acerca de su identidad. Entre todos recorrerán el bosque en comitiva en busca de una respuesta. Hasta que al llegar a una linde, justo al lado de la carretera, el alce se despide de ellos. Aún no sabe quién es, pero ha encontrado una pista con la que consigue llegar a su lugar de origen.
Sin embargo algo en él ha cambiado. El sabor de las grosellas, el agua fresca del riachuelo, los sonidos y aromas del bosque han transformado algo en él. De la misma forma, un inesperado y sorprendente final transformará la cara del lector dibujando en su boca una enorme sonrisa.
Una divertida y sorprendente historia con estructura de cuento acumulativo. Los animales humanizados que la protagonizan, dan a la trama la frescura y picardía propias de los cuentos tradicionales. Sin embargo, el sorprendente final acerca la historia a un tiempo actual. El lector deberá estar muy atento a las pistas que el alce va dando sobre su origen convirtiendo el cuento en un acertijo moderno. Además las particularidades sobre el entorno expresadas por el texto, invitan a lectoras y lectores a imaginar una naturaleza llena de olores, color y belleza, que se reflejan en la ilustración, delicada y poética tanto en sus colores delicados como en los detalles de todas sus escenas, en luz o en sombra. M.L.P.
A partir de 4 años
