Benjamin Black; Alfaguara, 2014
Los herederos de Raymond Chandler, creador del mítico detective Marlowe, encargan a John Banville la compleja tarea de resucitar al detective. Este arriesgado encargo acobardaría a un buen número de autores, pero no al curtido y profesional John Banville que acoge la propuesta con entusiasmo. No importa que se trate del detective privado ante el que se miden el resto de detectives desde que Chandler lo creó en 1939. El resultado es un brillante homenaje en el que, a través de ricas descripciones de lugares y personajes, seguimos viendo a un Marlowe sarcástico, romántico y celoso de su independencia, que sigue sin hacer caso a esas imponentes rubias que llaman a su puerta. Benjamin Black nos devuelve el Marlowe original captando la voz narrativa de su creador.
La historia está ambientada en la década de los cincuenta. El negocio no está pasando por un buen momento cuando aparece en su despacho una nueva clienta: joven, rubia, hermosa y elegantemente vestida, Clare Cavendish. Esta atractiva mujer es hija de una rica familia fabricante de perfumes, le pide a Marlowe que localice a su supuesto amante, Nico Paterson, un extraño personaje envuelto en turbios negocios que lleva una temporada sin dar señales de vida. Marlowe apenas necesitará un par de investigaciones para descubrir que Nico Paterson esta muerto pero lo desconcertante de este hallazgo es que Clare ya lo sabía. Marlowe no tardará en descubrir que este es solo el inicio de una serie de inquietantes acontecimientos y, casi sin darse cuenta, enredándose en las seductoras redes que le tiende esta irresistible mujer, se verá involucrado en un par de asesinatos. La discreción que requiere el caso, debido a la popularidad de la familia Cavendish y al hecho de que el marido de Clare Cavendish desconoce este idilio, le impide dar nombres para defenderse de la supuesta implicación en esos asesinatos. AR
En la frontera