Cece Bell. – Maeva Young, 2017
Hasta los cuarto años Cece fue una niña sin problemas. Jugaba con sus amigas, montaba en bici, veía la tele, le encantaba llevar siempre puesto su bañador… En una sola página con imágenes y poco texto, Cece Bell es capaz de contarnos lo feliz que era hasta esa edad. Pero todo cambió cuando una terrible meningitis la dejó sorda para toda la vida. Super Sorda es su historia a partir de este momento. Una historia en la que las dificultades a la hora de realizar acciones cotidianas como ver la tele o jugar con tu mejor amiga la encerraron en un pozo de aislamiento, inseguridades y soledad difíciles de llevar a esa edad.
Tal y como lo cuenta la protagonista, podemos considerarla como una niña afortunada, con una familia que la quiere y pone a su disposición todos los medios emocionales y materiales para remontar las dificultades. Pero hay algo que estos medios no pueden salvar, es el desconocimiento de su sordera por parte de la sociedad, la incomprensión de su actitud por parte de los que la rodean fuera de su hogar, y como consecuencia, la burbuja en la que ella misma se encierra para no tener que enfrentarse a todas esas dificultades, su incapacidad para mostrarse como es por vergüenza o inseguridad, o por el rechazo a ciertos medios, como la lengua de signos, que la clasificaban dentro de una categoría a la que no quería pertenecer.
Sin embargo poco a poco, Cece es capaz de convertir su problema en un superpoder y disfrutar de él en soledad en su burbuja, hasta que un día su superpoder ve la luz y el resto del mundo comienza a verla como lo que realmente es, una super heroína.
La autora cuenta la historia de su niñez, desde su punto de vista infantil, de forma honesta y sincera y lo hace en el formato de cómic. Unos divertidos personajes zoomorfos, no por casualidad conejos, pasean por sus viñetas como sus amigos y familia pasearon por su vida, y aunque los nombres no son reales, en sus acciones se reconocerán. El optimismo y la perseverancia de la protagonista, ejemplo de superación, ponen de relieve la necesidad de educar a la sociedad en la comprensión de las discapacidades como algo normal, no único en nuestra sociedad, entendido lo “normal” en contraposición a “especial”, termino que en ocasiones a Cece le resultó incluso peyorativo. Cece Bell se animó a escribir su historia por uno de estos episodios de “incomprensión”, el de una dependienta cabreada porque la autora no era capaz de entenderla. Cambiando las circunstancias, no sobran episodios de este tipo en la novela. Fue el desencadenante para que la autora se atreviera a gritar ¡estoy sorda!.
El formato de cómic le ha permitido jugar con el sonido y el volumen. Bocadillos vacíos cuando Cece no oye, letras grandes cuando sube el volumen, nubladas cuando su audífono comienza a quedarse sin pilas, palabras incomprensibles cuando el problema no está en el volumen sino en la distorsión del sonido. Las orejas de sus personajes son, por otra parte, una acertada metáfora visual, las de unos animales, los conejos, de orejas grandes y oído muy desarrollado. Y el humor, como herramienta perfecta para retratar momentos muy duros.
Un cómic divertido, humano y sincero, capaz de humanizar a sus lectores. Una recomendable y excelente lectura ganadora del Premio Newberry, Premio ALA/YALSA a la mejor novela gráfica, y el Premio Eisner al mejor escritor e ilustrador. M.L.P.
A partir de 8 años