Ricard Ruiz Garzón y Maite Gurrutxaga. – Edebé, 2017.
Judit tiene once años y vive en Ginebra con su abuelo y su madre separada. Quizá por la ausencia de su padre, sufre caprichosos ataques de genio que provocan que no caiga muy bien a la gente, cosa que no le ocurre cuando conoce a Mr. Aliyat.
Judit y su abuelo pasean cada día hasta un parque en el que un gigantesco tablero de ajedrez invita a los ciudadanos a pasar un rato entre las piezas. Jugadores expertos y principiantes alternan partidas mientras Judit los dibuja como preparación de un importante campeonato de dibujo con el que pretende emular a su padre, reconocido dibujante que se marchó a Hungría con su nueva pareja y al que Judit añora cada día. Dibujando cuadrados blancos y negros comienza a interesarse por el ajedrez, y empieza a practicarlo con su abuelo. Poco a poco, la niña se interesa por este apasionante juego hasta que Mr. Aliyat se fija en ella y le pide que jueguen juntos.
Mr. Aliyat es un misterio en el parque. Su bigote y su turbante unido a su forma de jugar y siempre ganar hacen que sea popular a pesar de su mutismo. Judit pierde su primera partida, y la segunda y la tercera…, pero el anciano la anima a seguir jugando con unas misteriosas notas que le entrega a diario y que harán que Judith aprenda todo lo que semanas después será capaz de demostrar en el tablero y en la vida.
La experiencia del anciano va a enseñarle a la protagonista no solo todos los secretos del ajedrez sino una auténtica lección de vida, de solidaridad y de lucha por conseguir sus objetivos. Porque la estancia de Mr. Aliyat en Ginebra es irregular, pero su nueva amiga va a luchar para que sus circunstancias cambien de forma justa.
El libro presenta el ajedrez como el tablero en el que se juega nuestra vida. Cada jugada es solo parte de una estrategia para ganar como nuestras acciones son parte del camino de nuestro triunfo vital. Un juego en el que todas las piezas son importantes y en el que cada movimiento tiene sus consecuencias. Un juego en el que hay que respetar las reglas y lo importante no es solo ganar sino saber perder y seguir luchando.
Judit va a jugar en el tablero contra Aliyat la partida más importante de su vida mientras fuera del tablero pondrá en práctica la estrategia más enriquecedora para ayudar a su amigo, rompiendo las barreras de la intolerancia, la intransigencia y los estereotipos sociales. El autor utiliza parte de la historia del ajedrez como excusa y metáfora de cómo debe funcionar la sociedad. Un juego de lucha y resistencia para reflejar una sociedad muy actual y multicultural que necesita entendimiento y en la que las distintas razas y religiones pueden vivir en armonía y tolerancia si se respetan las reglas como debe hacerse en el juego.
En un tono directo, alegre, desenfadado, e interpelando al lector, el narrador (al que no conoceremos hasta el final de la obra) presenta una protagonista fuerte y decidida alrededor de la que planean diversos temas muy actuales como el terrorismo, la situación de los refugiados, el activismo social, el abandono del padre, la familia monoparental… El autor le ha dado a la novela una estructura compleja y eficaz, a base de flashback introducidos a través de dobles capítulos en los que de forma paralela va mostrando el presente y el pasado de la historia de Judit. De esta forma se va reservando los porqués, ocurridos en el pasado, de las consecuencias que nos muestra ya en el presente, manteniendo la intriga en el lector.
La Inmortal fue la novela ganadora de del Premio Edebé de novela infantil en 2017. M.L.P.
A partir de 10 años.