Leo Lionni. Kalandraka, 2017
Siempre me alegra ver las ilustraciones de Lionni. Su reconocible estilo, a base de collages, de acuarelas, lápices de colores y cartulinas sobre fondos limpios, esas imágenes recortadas de gran simplicidad gráfica pero muy expresivas, protagonizan sus albumes ilustrados y son la antesala a sus historias, lo que primero me llega a los sentidos. Y el formato grande de esta edición potencia ese efecto.
En esta ocasión se reedita un álbum publicado por primera vez en 1969 que narra el encuentro entre Álex y Guille, dos ratones de distinta naturaleza, ya que uno es de carne y hueso y el otro es mecánico, un juguete, lo cual no impide que entre los dos surja una gran amistad. Comparten confidencias y aventuras, se divierten juntos, pero a Álex le gustaría estar en el lugar de Guille y disfrutar del amor y de las comodidades que le brinda su situación. Pero las cosas no siempre son como parecen, y nuestro protagonista tendrá la oportunidad de realizar un gran acto de generosidad que tendrá su recompensa.
Lionni escribe historias sencillas que llegan al pequeño lector de manera intuitiva. En ellas, intenta mostrar al niño situaciones y acontecimientos que le rodean, aleccionarlo sobre la vida, pero no con intención moralizante, sino para ofrecerle un mundo alternativo que le permita organizar el suyo propio desde un lugar seguro. El valor de la amistad y la importancia de la generosidad son los aspectos destacados de este libro-álbum premiado en su momento con la Medalla de Honor Caldecott y que se ha convertido en uno de esos clásicos que se reeditan cada poco tiempo y cuyo contenido sigue vigente, haciendo disfrutar a los lectores como el primer día. MB
