Giancarlo Macrì; Carolina Zanotti. San Pablo, 2015
En más de una ocasión nos hemos preguntado cómo explicarles a nuestros hijos por qué emigran las personas o quienes son los refugiados, y más en estos días en los que, por desgracia, son objeto de noticia, de ahí la importancia de encontrar un libro como Yo soy un punto que va dirigido al público infantil.
A pesar de lo difícil que puede resultar hablar con niños de temas tan abstractos como refugiados y emigración, desde mi punto de vista, el libro Yo soy un punto lo consigue haciendo uso de la imaginación. Carolina Zanotti visualiza esta realidad al diferenciar dos entornos, el de los países ricos y el de la pobreza extrema. Para conseguirlo recurre a dos estrategias visuales, por un lado, diferenciar a los habitantes, y por otro, los espacios en los que habitan. Así unos puntos negros (habitantes ricos) viven en las páginas impares, mientras que los puntos blancos (habitantes pobres) lo harán en las pares. De esta forma, queda claro que estamos hablando de dos mundos separados, que sólo se juntan cuando unos acogen a los otros.
Leyendo este álbum nos damos cuenta de que la convivencia es posible y que existen alternativas a la exclusión. Es un buen ejemplo de que la literatura puede contribuir a formara niños más justos y tolerantes que serán los adultos del futuro. Sin embargo, lejos de ser un álbum solo para niños, el tema es lo suficientemente preocupante, que su lectura, tanto de imágenes como de texto, es aconsejable para todos los públicos. Cada vez es más frecuente encontrar libros infantiles que aborden temas comprometidos como este, por lo que debemos celebrar que la literatura se vaya abriendo a otras realidades para que los niños vayan educándose en el respeto y la tolerancia.
La editorial San Pablo nos ofrece una edición muy cuidada con pastas en cartoné y formato alargado cuyas páginas recogen unas ilustraciones, creadas íntegramente por puntos, hechos a mano, y un texto conciso que las complementan. La acertada distribución de los puntos negros en las páginas impares y los blancos en las pares, permite visualizar con claridad cómo dos mundos que comienzan siendo paralelos, se van mezclando para crear un espacio común de convivencia. Para mí, este es el verdadero valor de este álbum, mostrar a los niños que la convivencia es posible, que hay lugar para todos y que se puede conseguir sin guerras, de forma pacífica, y lo que es más importante, el resultado de esta convivencia, es enriquecedor porque aporta nuevas experiencias como resultado de la mezcla de culturas. AR
A partir de 4 años