John Yeoman y Quentin Blake. – Océano Travesía, 2009
Había una vez siete lavanderas. Siete amigas trabajadoras que cada día cargaban sus cestos y bajaban al río a realizar su trabajo. Allí tallaban, enjabonaban, golpeaban, aclaraban, exprimían y extendían la ropa sobre los arbustos para secar la ropa al sol. Juntas se divertían, y su día a día hubiera sido agradable si no hubiera sido cada vez más duro. Aldo Avaro, el dueño de la lavandería, era un tipo estricto que siempre quería más, y las hacía trabajar sin descanso. Hasta que decidieron decir ¡basta!. Unidas en un solo pensamiento y deseo, abandonaron la lavandería, se subieron en el carro de la ropa sucia y huyeron en busca de una vida propia y satisfactoria, lejos de la mezquindad y avaricia del hombre para el que trabajaban.
El humor de las acciones acometidas por estas mujeres decididas y valientes tras su huída, se refleja en las ilustraciones del gran Quentin Blake, alocadas, divertidas y coloridas, que van más allá del texto manifestando en la imagen que ilustra el romántico final, una defensa de la igualdad de género, rompiendo estereotipos sexistas, y en las que Blake pone a los hombres a lavar y cocinar y a las mujeres a talar y serrar, en una suerte de convivencia sin prejuicios de sexo o edad.
Un texto de 1979 cargado de actualidad casi cuarenta años después de su escritura, cuando aún es necesario defender cada día los derechos de las mujeres y la equidad entre los géneros en materia económica, laboral y social. Una igualdad que, según los especialistas, solo alcanzaremos dentro de doscientos cincuenta años (mayores nos va a coger a las mujeres que hoy vivimos). M.L.P.
A partir de 4 años