Isabel Benito nació en medio de la meseta, como ella suele decir, abrigada por un abuelo que hipnotizaba gallinas y otro que le hizo protagonista de todos los cuentos. Esto, quizás, sembró la semilla de lo que estaba por venir, de su creatividad y de su vocación por contar historias aún antes de que ella lo pudiera imaginar. Ahora vive y trabaja en Valladolid y nosotras tuvimos el placer de escuchar sus narraciones cuando vino a la librería Letras Corsarias en Salamanca, donde accedió a responder a nuestro cuestionario.
Sabemos que puede haber polémica en torno a la denominación de los artistas que os dedicais a contar historias. Tú ¿Cómo te defines? ¿Narrador/a, narrador/a oral, cuentacuentos, contador/a de historias, cuentero/a, cuentista…?
Prefiero narrador, me gusta más y me parece más correcto. Pero yo defino lo que hago como lecturas compartidas: leo, veo, vivo y comparto historias. Junto gentes y libros, y pasan cosas.
¿En qué momento y por qué decidiste dedicarte a contar historias?
Corría el verano del 2000 cuando, casi de manera fortuita, me salió un trabajo en una biblioteca de una piscina. Para aliviar los rigores de la siesta y salvar la hora de la digestión, me vi convertida en narradora en fárfula.
¿Tienes algún tipo de referente? ¿Algún narrador o narradora admirado/a?
Tengo tino y suerte para encontrar compañeros y maestros. Me gusta Eugenia Manzanera, Campanari, Paula Carballeira, Nono Granero, Susana Fú… qué se yo, la lista es larga y, además, tengo mucho que escuchar.
¿Qué tipo de historias son tus preferidas?
Me gustan las de pícaros y buscavidas. Las que ensalzan lo cotidiano como si de algo extraordinario se tratara.
¿Te pones algún límite a la hora de contar?
Dice Wittgenstein «los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje», ¿serán esos?
¿Tienes algún personaje, palabra, objeto o elemento recurrente que aparezca en todas las historias que cuentas?
Mis abuelos y la tierra donde vivieron. Casi nunca se les ve, pero siempre están.
¿Qué proceso sigues a la hora de crear un nuevo espectáculo?
Leo, leo mucho. Rememoro lo que leo, lo mezclo con mis recuerdos (en casa me dicen que invento más que recuerdo), ordeno, desordeno y lo vuelvo a ordenar como si fuera un menú.
¿A qué tipo de público prefieres contar, con qué edades te sientes más cómodo/a?
Público familiar, sin duda. Cuando cuentas con respeto e intención para adultos y niños a la vez, el público escucha al narrador, sí, pero entre ellos suceden muchas cosas: los pequeños se maravillan ante la indefensión de sus mayores, y éstos ante la audacia de los niños.
¿Qué crees que falta por hacer para popularizar más tu trabajo entre un público juvenil y adulto?
Cuidado por parte de los programadores. Para hacer público me parece importante brindar narradores con voces propias y variadas, y crear espacios apropiados. Por supuesto, responsabilidad entre los profesionales. Y, tal vez, algo de visibilidad en los medios culturales.
¿Puedes decirnos algún libro que te marcara cuando eras niño? ¿Y de adulto?
Fueron muchos, pasé horas inmersa en la biblioteca encantada de mi colegio. Me viene a la memoria Los osos de ni-se-sabe, El Mausito, ya de más mayor El niño que vino con el viento… Muchos me han herido, Gioconda Belli, por ejemplo, me deja cicatriz.
Ahora conocemos un poco más a Isabel y su amor por los libros y la palabra compartida. Esperamos escucharte pronto. Mil gracias