Desde el pasado mes de septiembre y hasta el próximo 15 de enero, el Museo Casa Lis de Salamanca recoge una exposición sobre libros móviles y troquelados que denomina “Libros vivos“. Los fondos que se exhiben en esta muestra pertenecen a los coleccionistas palentinos Ana María Ortega Palacios y Álvaro Gutiérrez Baños, y nos permiten observar la evolución de este tipo de libros desde sus orígenes hasta la actualidad. 5 ovejas negras visitamos la exposición y queremos compartir con vosotros algunas de las maravillas que vimos.
No se sabe con certeza quien introdujo el primer mecanismo móvil en un libro pero, uno de los ejemplos más antiguos que se conocen, es un manuscrito del siglo XIV que muestra unos discos giratorios perteneciente a Ramón Llull.
A partir del siglo XVI, comenzaron a utilizarse elementos móviles en libros de astronomía y medicina. Un ejemplo de ello es Cosmographie del matemático alemán Pierre Apian. Sin embargo, el primer libro infantil de estas características no aparece hasta 1765 con el título de Harlequinades, de Robert Sayer, que contenía una serie de ilustraciones intercambiables.
Durante el siglo XIX Alemania y Gran Bretaña se convertirán en países pioneros editando libros móviles más innovadores y con unos resultados muy espectaculares. Destacaron algunos nombres vinculados a ambos países, como Ernest Nister que marcó la diferencia en el mundo de los libros móviles gracias a la refinada impresión cromolitográfica que se hacía en Baviera. La técnica que trabajaba en la mayoría de ocasiones era la de imágenes que se transformaban gracias a unos listones verticales que se desplazaban mediante una pestaña lateral bien de forma horizontal o vertical, o también circular. Lothar Meggendorfer destacó por crear unos sofisticados diseños de lengüetas para representar escenas tridimensionales.
A finales de siglo la fiebre por este tipo de libros móviles se extendió a Franca donde sobresalieron las cuidadas ediciones del editor A. Capendu. Todos estos nombres contribuyeron a marcar la Edad de Oro de los Libros Desplegables.
A pesar de que con la Primera Guerra Mundial la producción de este tipo de libros fue intermitente, editores británicos como Louis Giraud, ilustradores como Julian Wehr y editores norteamericanos como Blue Ribbon y Ramdom House consiguieron mantener una tímida pero eficaz producción que permitió mantener vivos los libros móviles. Es en este periodo cuando aparecen los “pop-up”, libros en los que el elemento sobresale de la página y se despliega. Es también en esa época cuando, a costa de perder algo de calidad en la reproducción de detalles y colores, dejan de ser objetos de lujo para convertirse en libros más baratos.
En la segunda mitad del siglo XX aparecieron dos focos de producción fudamentales: Checoslovaquia y Estados Unidos. Artistas como Kubasta o Geraldine Clyne, desarrollaron técnicas originales que permitieron que artistas como: Warhol , Munari, Sendak o Kveta Pacovská, centraran su atención en este tipo de libros. Esta época supuso una nueva edad dorada del libro móvil.
En la actualidad, estos libros han desarrollado técnicas más complejas y han introducido nuevos materiales como gomas, hilos y hasta microchips que emiten luz y sonido. Uno de los creadores más representativos hoy en día es sin duda Robert Sabuda, que ha convertido en objetos tridimensionales las aventuras de Alicia, el Mago de Oz o Peter Pan. Otros nombres destacados son los de David A. Carter, Katsumi Komagata , Nick Bantock, Jan Pienkowski.
Actualmente los libros troquelados han vuelto a los orígenes en que fueron concebidos como elementos didácticos, y han perdido la exclusividad de libros infantiles. La carga artística con la que se editan permite a algunos bibliógrafos considerar que estamos en la Segunda Edad de Oro del Libro Desplegable.