El abuelo quiere hacer algo grande para aplacar los revueltos ánimos de sus nietos y decide preparar una excursión a la montaña más misteriosa de los alrededores. Sin contar con los padres y acompañado con su perra Mischa, organiza una expedición que se acabará convirtiendo en una auténtica odisea, con lobos, perros, cazadores ilegales y pequeños accidentes que pondrán a prueba el temperamento de los excursionistas. Pero, como veremos, la clave está en mantenerse unidos y afrontar las cosas con valentía y humor.
Emoción, parajes naturales, buen ritmo, niños que actúan como niños que son y adultos que los acompañan con respeto, con todo ello el autor logra una extraordinaria aventura, de esas que marcan la infancia y preparan para afrontar las dificultades y miedos que están por llegar.
Pero hay otra cosa que destaca en el relato; la figura del abuelo, bien construida, interesado por lo que opinan, bromista, que establece una relación con los niños cercana y en un plano horizontal, lo cual vierte una mirada muy interesante hacia la infancia, y que da lugar a una conexión entre adulto y niño que hace vibrar la narración.
Leyendo el libro pensaba que estas infancias no se parecen casi nada a las que vemos alrededor. Dejando a un lado el desarrollo de la aventura, con sus dosis de fantasía y misterio acentuadas por el accidente sufrido por el abuelo, situación que imprime buenas dosis de tensión, el autor muestra un tipo de personajes y de relaciones muy interesantes como los que se establecen entre el mundo adulto y el infantil en este texto, donde fluye la magia, la aceptación, el interés, y también, como no, la responsabilidad y la dificultad. Que bueno que se muestren personajes adultos como los de esta novela. MB
A partir de 9 años