Parece una pregunta razonable en un mes como febrero en el que, año tras año, personas en todo el mundo deciden hacer un homenaje a este noble sentimiento a través de la figura de San Valentín. Pero lo que nos interesa no es la fecha, sino hablar de una emoción tan importante como esta, que en la infancia refuerza las bases de crecimiento emocional.
Hay muchas clases de amor y muchas formas de demostrarlo, pero a la hora de explicarlo es difícil, por eso nada mejor que recurrir a los cuentos para hablar de algo tan abstracto. Amor hacia la familia, a los amigos, hacia uno mismo… qué significa o cómo se manifiesta en el día a día de los peques lo podemos encontrar en títulos como los que os proponemos a continuación:
Siempre te querré, Pequeñin, de Debi Gliori, Adivina cuanto te quiero, de Sam McBratney, o Mi amor, de Astrid Desbordes muestran el amor especial entre padres e hijos, esa fuerte conexión que todos los niños deberían percibir. Los dos primeros, convertidos ya en clásicos, hablan de ese amor incondicional como algo difícil de medir, ya sea con un conejito o con un zorrito que se siente triste y preocupado por si dejan de quererlo, un miedo que en algún momento es frecuente que sientan los peques, a lo que su madre le demuestra que no hay travesura que no se pueda perdonar. En el siguiente título será en la tranquilidad que rodea la hora de dormir cuando surge esta pregunta. En ¡Vamos, dilo!, de Charlotte Zolotow, el lector participa de esa relación tierna entre madre e hija, llena de cariño, en medio de un precioso día otoñal.
Un afecto importante en la vida de todos es la amistad, la confianza, la empatía que surge con los compañeros que ves a diario y de la que puede surgir una relación duradera. Títulos como El león y el pájaro, de Marianne Dubuc, hablan de la amistad verdadera, aquella que no exige, a través de la historia de un pequeño pájaro que cae herido en el huerto de un león, mientras que su bandada prosigue el viaje migratorio. El león lo cuida sabiendo que en primavera tendrá que volar. Otra manifestación de amor y amistad es la que siente la protagonista de Mis amigos, de Taro Gomi, no solo hacia sus compañeros, también hacia las cosas pequeñas que un niño puede descubrir en su exploración del mundo. Un libro sobre la observación y el aprendizaje natural. Aunque no siempre es de color rosa, como muestra Grandes Amigos, de Linda Sarah y Benji Davies, donde los celos hacen su aparición al entrar un tercer amigo.
Otro sentimiento a cuidar es nada menos que la aceptación de uno mismo. Lo que siempre hemos llamado amor propio. Arriba la autoestima, abajo el egoísmo. Para este apartado, nada como el conocido cuento de Yo voy conmigo, de Raquel Díaz Reguera, que expone bien claritas las consecuencias de convertirte en otra persona para gustar a los demás. En la misma línea se mueve Guapa, de Harold Jiménez Canizares, cuya bruja se da cuenta que prefiere sus verrugas en vez de cambiar para gustarle al ogro. Yo, de Philip Waechter, es un álbum de pequeño formato protagonizado por un oso tierno y optimista, lleno de humor, ideal para debatir y con diversas lecturas.
No podemos olvidar el amor romántico, que se deja entrever de forma natural en libros como Pomelo y el increíble tesoro, de Ramona Badescu y Benjamin Chaud, un cuento con una idea importante. Hay un tesoro en cada rato que compartimos junto a los que queremos, y lo importante es disfrutar. Interesante también es la sorpresa final de Ladrón de gallinas, de Béatrice Rodríguez; resulta que Zorro roba una gallina en un abrir y cerrar de ojos y esto desencadena una persecución que durará varios días por bosques, montañas y mares, con el fin de rescatarla. Y cuando logran alcanzarlos… pues que nada es lo que parece. Un maravilloso cuento sin palabras bien secuenciado que rompe con los estereotipos. Y como pueden surgir desavenencias, nada como mirarse en Te quiero casi siempre, de Anna Llenas, para aceptar la diversidad como algo natural.
Saludos amorosos