Alfredo Gómez Cerdá. – Anaya, 2019
Marina está enamorada. Su mundo ha cambiado desde que conoció a Eugenio y lo cuenta por obligación. No hay necesidad en la escritura de Marina, pero su psicólogo la ha animado a hacerlo y ella responde.
Esta es la forma en la que lectores y lectoras vamos a enterarnos de la desgarradora historia de la protagonista. Una historia que remueve y que nos convierte en observadores impotentes de una realidad que tristemente se repite aun hoy entre los adolescentes, por más educación, información y campañas que se promuevan para evitarlo.
Marina está enamorada de Eugenio, y la rabia e impotencia de los lectores crece cuando se dan cuenta de que sigue igual de enamorada de él al principio y al final de la novela.
Eugenio corresponde a Marina con su amor, pero la balanza no está equilibrada. Desde el primer momento Eugenio muestra una fuerza y un ímpetu que Marina interpreta como normales. Eugenio domina, impone sus gustos, cuestiona las opiniones de Marina. Eugenio pide, juega al desconcierto, la aleja de sus amigos, la hace dudar, la humilla, la insulta y alimenta la zozobra de Marina, que lo acepta y se culpabiliza de todo lo que ocurre en su relación. No quiere enfadarlo, lo quiere, no quiere decepcionarlo.
Marina no ve en la suya una relación ideal, pero la busca. No entiende las actitudes y reacciones de Eugenio, pero quiere cambiarlas. Hay un ser maligno en Eugenio que cuando aflora busca el conflicto, somete y anula a Marina. Pero a ella no le importa, porque también conoce al ser tierno y amoroso que habita en su novio y quiere acallar al maligno con su amor, con su silencio y su aceptación.
Además Marina no está sola. Están sus padres, y está Nerea, su mejor amiga, antes durante y después de Eugenio. Sus padres apenas conocen los detalles pero Nerea sí sabe quien es Eugenio, y lo enfrenta. Ella intenta abrir los ojos a Marina estás ciega, le dice. En sus palabra, Marina es una tonta que está dispuesta a renunciar a sí misma por alguien que no la respeta y que la maltrata.
Parece que Marina tiene recursos para salir de esta relación tóxica pero no quiere. ¿Qué poder tiene sobre hombres y mujeres el amor romántico?, ¿qué hace de nosotros y nosotras seres machistas?, ¿es la sociedad machista?, ¿es la sociedad la que mete monstruos en la cabeza de los hombres?… Ninfa Rota plantea a los lectores estas preguntas y más. Desde nuestra perspectiva Marina debería cambiar de actitud en cada uno de nuestros cambios de pagina. Pero no lo hace, y peor aún no quiere hacerlo.
Alfredo Gómez Cerdá no hace concesiones al lector. Firme en su planteamiento, coherente con sus personajes, nos hace entender los por qués de los protagonistas. Dolor, celos, amistad, furia, hasta violencia… No necesitamos empatizar con ellos ni justificarlos, ni enjuiciarlos, para entenderlos y ver que la realidad no es blanca ni negra, sino plagada de grises.
Junto al relato principal el autor intercala otros dos planos narrativos escritos por la propia Marina. Por un lado unos poemas en el que muestra de forma más metafórica sus sentimientos. Por otro una interesante transposición al plano onírico en el que Marina, influenciada por los relatos que su madre le contó de niña, crea una pareja mitológica imposible entre un fauno (mitología romana) y una ninfa (mitología griega) que busca una salida a su angustia y desconcierto, en una clara prolongación de su estado vital.
En definitiva, un muy recomendable y desgarrador testimonio de una adolescente maltratada por su primer amor, que plantea muchas y muy útiles preguntas sobre las relaciones entre los jóvenes, y la necesidad de que no se perpetúen en el tiempo, si queremos hacer de la nuestra una sociedad más justa e igualitaria entre hombres y mujeres.
Ninfa Rota es la novela ganadora del Premio Anaya de Literatura Juvenil 2019. M.L.P.
A partir de 14 años