Richard Stern; Siruela, 2019.
Richard Stern publicó Las hijas de otros hombres en 1973, y como toda buena novela, mantiene frescos su estilo narrativo y la temática planteada. Describe magistralmente, con sutileza, paso a paso y evitando hacer juicios morales el deterioro de un matrimonio, sin problemas aparentes.
Stern narra el encuentro de un cuarentón atractivo, médico y profesor en Harvard con una alumna 20 años más joven. Él, Robert Merrywether, pertenece a una élite intelectual y ella, Cynthia Ryder, es hija de un abogado acomodado y liberal. Merrywether no quiere romper con su mujer y, mucho menos, hacer daño a sus hijos pero, a medida que la relación con Cynthia avanza, el daño es inevitable. La descripción de este deterioro es minuciosa y coherente. Robert no es un seductor sino un hombre débil que se deja llevar por la inteligencia y el atractivo de una Cynthia desorientada que busca en él a ese padre que tuteló su niñez y adolescencia. Los amantes no son malvados, sino egoístas e inmaduros.
Stern hilvana el relato con un estilo meticuloso y sosegado, recurriendo a metáforas extraídas de la botánica, la biología, la física y el psicoanálisis. Las cuatro partes en las que se divide la novela son un prodigio de arquitectura. En la primera, el romance con Cynthia domina el relato. Robert se debate entre el sentimiento de culpa por el daño causado a su familia y la atracción y gratificación narcisista de ser amado por su joven alumna.
La segunda se centra en dos hechos fundamentales para el posterior desencadenamiento de los hechos: los apasionados días que vive la pareja en Italia coincidiendo con la celebración de un congreso médico y la visita del padre de Cyntia después de conocer la relación que mantiene su hija con un hombre de su edad. Este encuentro entre Merrywether y el padre de Cynthia constituye uno de los relatos más potentes de la novela.
En la tercera, todo vuela por los aires: su mujer reacciona con odio y desprecio al conocer su infidelidad y en él se despierta una sensación de inseguridad y miedo a perder todo lo que tiene. En la última parte, el divorcio es el encuentro con lo inevitable, la nostalgia de lo que fue su vida con Sarah y el adiós a una parte de sí.
Las hijas de otros hombres es una obra equilibrada que hila con maestría los acontecimientos a los que darán vida unos personajes bien construidos, complejos e inteligentes. AR
En la frontera