Antonio Rubio y Óscar Villán. Kalandraka, 2019
Los autores de la fantástica colección De la cuna a la luna vuelven a unir sus talentos en este Juego de Letras, un abecedario de letras grandes, con solapas y formato manejable, en cartoné y puntas redondeadas. Podemos pensar que abecedarios hay de muchas formas y maneras, es uno de los temas más recurrentes, por su utilidad, en los libros destinados a prelectores. Hay algunos de gran belleza e imaginación, pues una cosa no está reñida con la otra.
También podemos pensar que ya conocemos el trabajo de los autores y que es difícil superar la colección antes mencionada, esos pictogramas poéticos o poegramas llenos de ritmo y musicalidad, una iniciación a la poesía cuya sencillez va pareja a la efectividad.
Pero al abrir este Juego de Letras volvemos otra vez a disfrutar con la sencillez de la propuesta, la limpieza de las imágenes y los textos rimados de tres versos, en letra mayúscula, que convierten a las 27 letras del abecedario en protagonistas de un paseo divertido y poético. Detrás de cada letra hay una ventana troquelada y al levantarla se descubre el texto y una imagen elegida para que el lector la asocie con la letra. Nos gusta que las relaciones entre esas letras y las imágenes se basen en cualidades o semejanzas con objetos cotidianos, frutas o animales, alejados aún de sonidos y silabas.
Los ideogramas de vivos colores de Óscar Villán dan vida a las rimas de Antonio Rubio, componiendo un peculiar abecedario muy pensado para que los niños se inicien en la lectura. Por su musicalidad, por el uso de las mayúsculas que facilitan la lectura, por el juego y la sorpresa que proporcionan las solapas, por la estrustura repetitiva que invita a recitar en voz alta y a inventar rimas propias, por los trazos grandes y limpios que invitan a recorrerlos con el dedo y por la inspiración que pueden provocar para buscar esas formas en la vida real. Ole y ole, otra vez. MB
