Gabrielle Vincent. Kalandraka, 2017
En un momento en el que la proliferación de álbumes ilustrados infantiles no siempre responde a nuestras expectativas, resulta gratificante recordar un clásico de las últimas dos décadas, por la innovadora puesta en escena de las ilustraciones como elemento narrativo. “Ernesto y Celestina han perdido a Simeón” forma parte de una serie de 30 títulos, sobre las aventuras de un entrañable oso y una frágil ratita que Gabrielle Vicent comenzó a publicar, con éxito, en los años 80. Desde el día en que Ernesto encontró a Celestina, huérfana, en la calle y la adoptó, se convirtieron en dos cómplices inseparables, que con ternura obedecen a los deseos del otro. Si Celestina pierde su muñeco preferido Ernesto echará mano de la imaginación para encontrar una solución que la consuele; si él quiere ir al museo ella lo acompaña hasta que el cansancio la aleja de él. Ernesto es un oso grande y bondadoso; Celestina, una ratita, caprichosa y juguetona; juntos, aprenden a disfrutar de las pequeñas cosas de vida.
En “Ernesto y Celestina han perdido a Simeón” Celestina se entristece cuando se da cuenta de que Simeón, su muñeco preferido, se ha quedado enterrado en la nieve, mientras daba un paseo por el bosque en compañía de Ernesto. Para aliviar la tristeza de su amiga, Ernesto sale a buscarlo pero… se encuentra con un peluche deshecho. Echando mano de la imaginación encuentra una solución que alegrará a Celestina y al resto de sus amigos del bosque. Un álbum que realza el valor de la generosidad y la imaginación para enfrentarse a las dificultades. Un canto a la amistad, con algunos toques de humor, que apuesta por el disfrute compartido de las cosas sencillas de la vida.
El peso de la narración recae en las ilustraciones. Unas acuarelas espontáneas, en tono pastel, de trazos sueltos y estilo abocetado que enriquecen el texto ampliando la información. El silencio del texto se escucha en las ilustraciones. El lector se ve obligado a prestar atención a los gestos y las facciones para descubrir en ellos la tristeza por un acontecimiento desgraciado, la satisfacción por el trabajo bien hecho o la alegría de ser escuchado y atendido. AR
A partir de 3 años.