Corazones de Gofre. – Nórdica Infantil, 2017
Conocimos a Maria Parr a través de Tania, el personaje de su primera novela, Tania Val de Lumbre, publicada también por Nórdica para inaugurar su sección infantil hace ya un par de años. En aquella ocasión nos sorprendió y gustó por el sabor a clásico de su obra, por las continuas referencias a la literatura de la que es heredera y por la fuerza de su personajes. Con la publicación en España de su segunda obra, Corazones de Gofre, podemos confirmar que ha encontrado la formula para seguir fascinando a los lectores de cualquier edad, no solo por la sencillez y ligereza de su narrativa sino por las aventuras que cuenta, que son una reivindicación implícita del poder del juego, de la imaginación, y de la necesidad de tener una infancia lúdica y feliz.
En Corazones de Gofre la autora otorga la voz narrativa en un niño, Theo, cuya mejor amiga es Lena, motor de la narración y terremoto de Terruño Mathilde. Con ella, Maria Parr pone la fuerza y el protagonismo de nuevo en las mujeres, y si Tania era la única niña en un mundo de adultos, Lena es la única niña en un mundo de niños, pues es única en su clase, como lo es en el terreno de la amistad de Theo, muy preocupado por saber si también ella le asigna a él el preciado calificativo de mejor amigo. Juntos van a protagonizar aventuras cotidianas con un nivel de riesgo alto para su edad. Una tirolina improvisada, una Vespa conducida con pasión, acelerados descensos en trineo, una barca convertida en Arca de Noé… No faltan los accidentes, pero no hay miedo en la cabeza de Lena, solo ganas de vivir, de reír, compartir y ser feliz, y demostrar que ser niña no la va a hacer echarse para atrás en nada de lo que se proponga o le propongan.
Las relaciones familiares, la relación con el abuelo y la tía abuela (cocinera de los exquisitos gofres que dan nombre al libro, dulces como las sensaciones agradables y los momentos vividos juntos), la muerte, la vida rural, el poder de la naturaleza y de los animales…, son temas secundarios que aparecen y enriquecen cada trama sin mensaje ni enseñanza ni moralinas, pura vida cotidiana, como también lo hicieran en Tania Val de lumbre.
Y completan la obra las acuarelas de Zuzanna Celej, a veces en color, a veces en escala de grises, delicadas, detallistas, que sitúan la acción en una naturaleza rural impresionante de mar, montaña y nieve nórdicas… Da gusto conocer en su observación paisajes tan lejanos en el espacio y en nuestro imaginario. En ellos está de nuevo Heidi y sus aventuras, en el caballo de los niños recordamos a Pipi… Si te gustaron estas obras, no dejes de leer a Maria Parr, volverás a hacer travesuras. M.L.P.
A partir de 8 años.