A.F. Harrold y Emily Gravett. – Blackie Books, 2017
Amanda es una niña con una mente maravillosa para crear nuevas aventuras. Su imaginación no descansa, hasta el punto de que algunas madres se asustarían al conocer su prolífico mundo interior. Sin embargo, la madre de Amanda está encantada. Y no es que no quiera ocuparse de la niña, le gusta salir con ella, dar paseos, ir al parque o a la piscina, pero también considera un valor que Amanda pueda entretenerse sola, así ella tiene tiempo para trabajar. Aunque en realidad Amanda no está sola y su madre lo sabe. Tiene un amigo, Rutger, con el que juega e inventa grandes y divertidas historias, come a su lado, duerme en su armario y viaja con ellas en coche. Amanda tiene otros amigos en el colegio pero con Rutger forma una pareja perfecta. Es una lástima que el resto del mundo no lo vea. Rutger es imaginario y es creación exclusiva de Amanda. Porque los imaginarios son muchos, sí, y no solo humanos. Hay animales y objetos cuya principal misión es acompañar a los niños, y quizá también no tan niños, en su vida y aventuras, y tienen un código propio: viven si alguien los piensa o los ve, alimentándose de la imaginación de su amigo humano, y se desvanecen si su humano los olvida o desaparece. Rutger tendrá que enfrentarse al olvido de Amanda por culpa de un gran peligro, otro humano, el señor Bunting. Un hombre sin escrúpulos que se alimenta de los imaginarios para mantener viva a una amiga a la que debería haber abandonado hace muchos años. Pero Bunting se resiste a abandonarla, fagocitando a cuanto imaginario se encuentra por el camino. En su empeño por atrapar a Rutger va a poner en peligro la vida de Amanda.
Los imaginarios es una novela tierna y divertida, llena de aventuras e imaginación, amistad, misterio, intriga y terror, que llega precedida por su fama en Inglaterra, la consecución del premio de la Asociación Literaria del Reino Unido (UKLA), y las alabanzas de críticos y lectores. Una historia conmovedora y original, sobre ese momento vital en el que creamos aquello que no tenemos, en que buscamos en el otro lo que nos gusta, y si no está lo inventamos, en un deseo quizá de encontrarnos a nosotros mismos. El autor hace un homenaje a la lectura, situando a los protagonistas del título en una biblioteca, rodeados de libros, indiscutible fuente de imaginación. Ha acertado además en poner el punto de vista principal en las vivencias imaginarios, especialmente en Rutger, pues si en algún momento muchos hemos sido capaces de imaginar un amigo, en esta novela conoceremos los sentimientos y sensaciones de alguien como él, que también ríe y disfruta con nosotros, pero que sufre y tiembla nervioso si lo olvidamos.
Una lectura tan arrebatadora como la vitalidad de la niña protagonista, que arrastrará en su historia a niños y jóvenes, y a la que veremos sin necesidad de imaginar en las ilustraciones de Emily Gravett que en blanco y negro y color enriquecen el trabajo editorial de Blackie Books que hablando de amistad e imaginación ya advierte en las guardas “La perrita Blackie siempre decía que lo importante es que los amigos, aun siendo imaginarios, sean amigos de verdad” . M.L.P.
A partir de 9 años