Antoinette Portis. Patio Editorial, 2017
Una acertada propuesta que con una sucesión de imágenes y dos palabras, que se repiten a lo largo de la historia, nos hace reflexionar sobre el ritmo de vida que llevamos, un ritmo acelerado al que, sin sentir, arrastramos a nuestros hijos… hasta que, un día, sin saber muy bien por qué, prestamos atención a ese espera que tantas veces nos han repetido. Paramos, descubrimos algo maravilloso que compartimos con ellos y el ritmo se para; ahora somos nosotros quienes decimos: sí, espera. Hace falta un acontecimiento poco habitual para que, al final del libro, la madre escuche al pequeño y se pare a observar.
Previamente, el lector, de la mano del niño protagonista, ha sido testigo de esos pequeñas cosas que despiertan su curiosidad y suponen el despertar al mundo. Pequeños gestos que la madre no percibe por estar constantemente mirando el reloj, mientras tira de la mano de su hijo, al tiempo que le repite ¡rápido! La carga narrativa de la historia reside en las ilustraciones, a sangre y a doble página, en las que la autora juega con los picados y contrapicados, según lo que quiera destacar en cada caso, dirigiendo la mirada del lector. Dos palabras son suficientes: espera y ¡rápido! para completar la sugerente narración visual.
La limpieza de las ilustraciones y la dosificación de elementos en cada una de ellas, la convierten en una obra para ser disfrutada a partir de 3 años, en el regazo de un adulto, saboreando esos pequeños detalles que fueron inadvertidos por la madre. Edad recomendada a partir de 3 años. images.jpg