El pasado martes 8 de marzo 5 ovejas negras acudimos a la cita ECAN juvenil que por tercer año consecutivo se celebra en la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca. Se trata de un encuentro con escritores ilustradores y traductores del amplio panorama de la literatura juvenil nacional organizado por los escritores Carlos Fortea y Natalie Convers (pseudónimo de la joven escritora Eva Rubio), con la colaboración de la Diputación de la ciudad y el Ministerio de Cultura, al que cada año acuden invitados los alumnos de los últimos cursos de la Eso y Bachillerato de la provincia. Su intención es fomentar el gusto por la lectura entre los adolescentes interactuando con los creadores, como expertos, de una forma activa y dinámica.
Ante un salón abarrotado por jóvenes lectores comenzó la primera sesión de la mañana, una mesa redonda de fomento de la lectura compuesta por el propio Carlos Fortea, el veterano Fernando Lalana y los escritores noveles Iria G. Parente, Andrea Tomé y Daniel Ojeda Checa, moderados por María Jeunet y la propia Eva Rubio.
No cabía empezar de otra manera que con las presentaciones donde ya quedó patente un tema que se convirtió en primordial en esta primera mesa, la diferencia de veteranía entre sus componentes, la experiencia frente a la novedad, el escritor curtido en su oficio frente a los nuevos escritores, redirigidos desde internet y las redes sociales a grandes grupos editoriales y precedidos en algún caso por respetados premios del sector.
Y abría la mesa el propio Carlos Fortea, escritor, traductor (presidente de la asociación ACE Traductores) y profesor, nacido en Madrid, autor de varios títulos de literatura juvenil y para adultos. Reconoce haber comenzado a escribir muy pronto junto a un amigo, pero tras publicar algún cuento hubo de abandonarlo para dedicarse a sus carrera. Sin embargo, el gusanillo de escribir siempre vuelve y tras varios años dedicado a su oficio comenzó a escribir de nuevo, principalmente novela de investigación y policiaca. Nos preguntamos por qué el oficio de traductor va
en muchos casos ligado a la carrera de grandes escritores; será la pasión por la lectura concienzuda y el análisis profundo de los textos. En la actualidad cuenta con dos libros de reciente publicación, Los jugadores (Nórdica) y A tumba abierta (Santillana/Loqueleo).
Fernando Lalana, escritor zaragozano, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, Premio Gran Angular, Barco de Vapor, Edebé y Premio Cervantes Chico, autor de hasta ciento treinta títulos, sólo o en colaboración con otros autores, tan importantes y conocidos como Morirás en Chafainas, Las hermanastras de Cenicienta, Los hijos del trueno, La tuneladora, Parque Muerte,13 perros, ….. Con una sonrisa en los labios y mucho humor, que siempre se hace patente en sus libros, reconoce que su afición a escribir le viene de la posibilidad de ganar dinero, alentado por aquellos primeros años de su carrera (comenzó a escribir en una Olivetti, pocos lectores de hoy reconocerán la marca y el utensilio) en los que era mucho más difícil publicar que ahora, pero en los que los autores recibían una compensación económica por adelantos o por derechos, que les permitía poder seguir dedicándose a su oficio. Aunque quería ser arquitecto acabó estudiando derecho y declara que no le gusta escribir, pero que lo que realmente le gusta es la vida del escritor que lee, viaja, va a la ópera… Escribe novelas para todo el mundo independientemente de su edad (recordemos que el término Literatura Juvenil es un invento de los últimos treinta años), poniendo en una balanza sus propios gustos y la posibilidad de gustar a su editor y al público, que es quien tiene la llave para que un escritor pueda seguir escribiendo.
Iria G. Parente, nacida en Madrid en 1993, fue la única escritora de literatura fantástica en la mesa de la mañana y representante en el encuentro de la escritura a cuatro manos (Fernando Lalana también escribe en colaboración) junto a la joven escritora gallega Selene M. Pascual, quien no pudo acudir al encuentro. La suya ha sido una carrera iniciada desde la autopublicación y la publicación online, para pasar después a la publicación de Alianzas en papel a cargo de la editorial Everest (triste y desafortunadamente desaparecida), primera entrega de la trilogía Cuentos de la luna llena. En 2014 fue premio El Templo de las Mil Puertas como mejor Novela nacional perteneciente a saga. Acaba de publicar Sueños de piedra, con Nocturna ediciones. Con un natural desparpajo animó a los asistentes a equivocarse y rectificar en sus gustos y aficiones tanto lúdicas como académicas, poniéndose como ejemplo de un cambio de especialidad universitaria que si en un primer momento pudo resultar decepcionante, la enseñó a ser fuerte y elegir su propio futuro, a pesar de los pasos equivocados.
Andrea Tomé, nacida en Ferrol en 1994, estudiante de lengua y literatura inglesa, comenzó a escribir muy pronto, tanto que en la actualidad ya cuenta con más de una decena de obras. Sus primeros textos tenían a las hadas como protagonistas, hasta que se dio cuenta de que lo suyo era la ficción contemporánea. A los 17 años sufrió una anorexia nerviosa que la hizo reflexionar sobre sus preferencias y comenzó a escribir sobre ello. Tras decidirse a presentarse a varios premios en los que le resultaba difícil encajar por edad (para unos era muy joven, para otros muy mayor), consiguió ser finalista del Premio Sierra i Fabra, lo que siguió animándola a escribir hasta que con Corazón de mariposa consiguió el Premio de Literatura Juvenil La Caixa/Plataforma Neo… En la actualidad se encuentra en plena promoción de su segunda novela con la editorial, Entre dos Universos.
Daniel Ojeda reconoce que le costó encontrar su estilo. A sus veinticuatro años acaba de publicar su primera novela Cómeme si te atreves (Roca). Nacido en Madrid en 1991, le gusta pensar que morirá en París y cree que el mundo está formado de un montón de cosas que no vemos. Su incursión en el mundo editorial se remonta a sus dieciséis años y siempre ha estado relacionado con webs y editoriales.
Las discrepancias entre unos y otros participantes comienza de forma divertida y radical con la primera pregunta. Los asistentes conocen la obra de los autores y tienen mucha curiosidad respecto a aspectos como por ejemplo, ¿cuál es el proceso de aprendizaje de un escritor?. F. Lalana recomienda la lectura de buenos libros, huyendo siempre de la literatura basura. Puntualiza que en ocasiones no es tan importante la historia como lo bien que esté escrita y reconoce su afición por el trabajo previo a la escritura, ese proceso de documentación para informarse del tema, el tiempo, el lugar o los personajes del que saldrá una novela. Choca de frente con Íria quien, palabras textuales, odia documentarse, por eso escribe fantasía, del mismo modo que odia la fase de corrección. Este desagrado lo comparte con Andrea pues, siempre, por mucho que leas para corregir, habrá algún fallo que se escape y no sepas reconocer por lo interiorizada que el escritor tiene la historia; a veces los vacíos del texto están tan completos en el escritor que le cuesta reconocer su falta. No puede ser, dice Fernando Lalana, hay que ver esos vacíos, hay que reconocerlos y evitarlos, el escritor debe tener oficio y eso lo da el tiempo. Choque generacional, choque de experiencias. Tanto Daniel como Andrea reconocen mimar a sus personajes, hasta el punto de que, a veces, tienen miedo a no tener más que protagonistas sin historia. Esta va surgiendo del carácter de los personajes y Daniel reconoce que le cuesta centrarse en la trama central. Para Carlos Fortea escribir es ir apuntando en un cuadernillo lo que le ocurre a los personajes. También él parte de ellos para crear las historias, que pone a rodar a partir de sus protagonistas. También así se lee, persiguiendo a los personajes.
Y estos personajes surgen de cualquier lugar. La inspiración para su creación puede surgir de personas reales, gente de la calle, ese amigo friki al que no puedes dejar de mirar…. Fortea dice que el escritor es un escáner flotante, va buscando continuamente; Lalana cree que uno tiende a fijarse e imitar la realidad en los personajes de sus primeros libros, después va creciendo, sumando, para crear desde uno mismo. Para Íria es evidente, no puede fijarse en personas reales, sus protagonistas son seres fantásticos, surgidos de su imaginación.
Todos coinciden en la necesidad de un escritor por escribir, cometer errores y corregir, pero discrepan en el destinatario de su trabajo. Unos escriben para el público, otros para sí mismos, como desahogo, como terapia, como necesidad de conjurar los miedos y los problemas, la enfermedad, la depresión. Vale, pero al final, siempre está el lector, puntualiza Lalana.
El lector juega un papel importante a la hora de decidir cuando dejar de escribir, los lectores Beta de Íria, los editores de confianza, los familiares y amigos no contagiados por la historia, objetivos y sinceros, son los mejores calibradores. Su opinión es fundamental para decidir cuándo enviar el manuscrito a la editorial.
Y, ¿cuánto se tarda en escribir un libro?. Uffff, depende. A Íria le ayuda y motiva el escribir con Selene. Tienen un estilo literario muy parecido y su colaboración es como un juego divertido que no pueden parar de ejercer. Tanto que, aunque comenzó escribiendo sola, hoy por hoy no se plantea escribir sin su compañera; los proyectos individuales, que los hay, quedan aparcados, el tiempo dirá que ocurre con ellos. En su tándem, una vez elegidos los personajes y la trama central cada una se ocupa de desarrollar los capítulos de unos personajes concretos. Tardaron quince días en terminar Sueños de piedra”. Fernando Lalana considera una buena media escribir un folio diario; al cabo de un año tienes trescientos sesenta y cinco folios, no está nada mal, ¿no?.
¿Hay evolución en el estilo de los escritores de la mesa? Iría sentencia: Si no hay evolución eres un fracasado. No estoy de acuerdo, replica Lalana (estos dos están condenados a la discrepancia, lease con una sonrisa en los labios del cronista), no me considero mejor escritor que hace treinta y cinco años, eso sí, ahora le resulta más fácil escribir, de nuevo el oficio, la veteranía. Para Carlos Fortea, cada libro tiene un nivel de exigencia y requiere una formula de escritura, no hay que anquilosarse, y Andrea reconoce que no es la misma que hace cinco años, lo natural es ir evolucionando y descubriendo nuevas técnicas y géneros.
Pero todos estos autores, reconocidos algunos, en busca de su permanencia en el mercado editorial otros, ¿se plantearon en sus inicios dedicarse a escribir y vivir de ello?. Fernando Lalana lo tiene claro, sí. Él comenzó a escribir en aquel tiempo citado lineas arriba en el que era fácil hacerlo. Hoy todo es mucho más complicado. A pesar de que se publica más que entonces, la competencia, el precio de los libros, la necesidad de novedades por parte de los lectores, y la breve permanencia de las novedades en las estanterías de las librerías y los ridículos adelantos económicos por el trabajo contratado con las editoriales, de los más bajos de Europa, hace más difícil vivir de escribir. Pocos escritores se dedican exclusivamente a este oficio, dice María Jeunet, no es nada complicado encontrar autores que además son profesores, traductores o periodistas, entre otros profesionales. Para Carlos Fortea la literatura como mercado es una jungla complicada. Hoy se publica fácilmente pero se publica mucho, la gran esperanza del escritor es que en la línea de salida todos los libros son iguales.
¿Y si os propusieran una adaptación de vuestras novelas al cine o la televisión?. A Daniel Ojeda ya le han hablado en la editorial de adaptar su texto pero es algo que aún no tiene claro. Literatura y cine son dos mundos completamente diferentes. Andrea Tomé aceptaría si la dejaran intervenir en el proceso creativo e Íria reconoce que, al escribir literatura fantástica tiene pocas posibilidades de que se lo ofrezcan, al menos en España, donde hay poca cinematografía dedicada a este género; sin embargo sí le han ofrecido adaptar su última novela al cómic. Fernando Lalana ya vivió la adaptación al cine de Morirás en Chafarinas, y le han hecho algún otro ofrecimiento e incluso ya ha vendido derechos, pero a veces ocurre que el proyecto no llega a puerto. Incluso interviniendo en los guiones, como él hizo en el caso de su obra, el resultado final siempre es distinto. Una película se hace en la sala de montaje, dice, y hay que pensar que el proyecto es de otra gente, es otro lenguaje… Carlos Fortea, enamorado del medio cinematográfico, sus novelas así lo ratifican, aceptaría si le dejaran una silla en el set de rodaje.
Y terminamos la jornada con una pregunta referida a las cubiertas de los libros, ¿hasta qué punto han podido intervenir en ellas?. Hasta ninguno, cero, dice Fernando Lalana. Carlos Fortea por el contrario siempre ha tomado partido y considera lógico tener cierta participación en la elección de las imágenes y la maquinación. Daniel Ojeda se considera afortunado por que le pidieran opinión ya desde el principio, Andrea también ha podido opinar y está contenta con el resultado, como lo está Íria de la cubierta de su última obra, no así de la de Alianzas sobre la que la editorial le pidió sugerencias y cuyo resultado fue totalmente opuesto a lo sugerido.
Tras el descanso en el que se produjo la correspondiente firma de ejemplares, comenzó la sesión de traductores que contó con la participación de Gemma Rovira, traductora de best sellers de Patrick Rothfuss, J.K.Rowling y John Boyne entre otros.
Por la tarde llegó el turno de los ilustradores con Tomás Hijo, profesor e ilustrador, fundador de editorial Tatanka Books, Roger Olmos, Raúl Allén y Juan Díaz-Faes, moderada por la profesora Araceli García y Aída Rubio, cuatro voces del pincel, la acuarela, el acrílico, las ceras…. representantes de una nueva hornada de artistas con voz propia en la edición de libros, principalmente infantiles, del diseño y del cómic.
5 ovejas negras no pudo asistir a estas sesiones pero conoce a sus participantes, como se los hace conocer a su público lector a través de la página: 5ovejasnegras.com