El pasado sábado 16 de mayo Iban Barrenetxea estuvo en Salamanca presentando uno de sus libros en el marco de la 35 Feria Municipal del Libro. 5 ovejas negras estuvimos conversando c
on él. Una tarde muy agradable, salpicada de risas y bromas en la que pudimos hablar de muchas de sus obras, de su forma de trabajar y de su relación con el medio editorial. Aquí os dejamos parte de la conversación.
¿Qué te animó a dedicarte a la escritura y la ilustración?
En realidad toda la vida me han interesado los libros, contar historias, crear imágenes, dibujar… aunque nunca me había planteado muy bien que esto pudiera ser una profesión para mí. Sin embargo hace seis o siete años hubo una época dorada en el mundo de los blogs en la que empecé a conocer gente muy interesante que me abrió un poco los ojos a ese medio. Yo en aquella época me dedicaba al diseño gráfico y tampoco tenía demasiado tiempo para dibujar, pero colgaba dibujitos en un blog. Empecé a recibir mensajes de editores que me ofrecían libros, e incluso de gente que me preguntaba dónde podía conseguir mis libros, aunque en realidad yo no tenía ninguno aún. Poco a poco empezó a picarme el gusanillo, se me empezaron a abrir puertas, y empecé a darme cuenta de que tal vez podía ser una profesión. Decidí dejar de ponerme escusas para no hacerlo, dejé mi trabajo estable y comencé a ilustrar.
Porque tú, hemos leído, llevabas dibujando toda la vida.
Claro. Todos los que nos dedicamos a esto somos casi dibujantes desde siempre. En mi caso, yo no empecé a dibujar libros ilustrados porque me gustara dibujar, sino porque me gustan los libros. A mí lo que me gusta es contar y que me cuenten historias, de hecho los pocos cuadernos que me quedan de cuando era pequeñito, son continuación de las películas de aventuras que me gustaban. De esas películas en blanco y negro, de piratas, que ponían en televisión, protagonizadas por Errol Flynn… Con el tiempo descubrí que existían los libros y que eran como una película, pero duraban más, y me daban más pie a hacer lo que hacía. Empecé a leer y empecé a dibujar, y esas dos disciplinas estuvieron siempre tan unidas en mí que así han seguido hasta este momento. Me encantaba, Stevenson, Julio Verne, Dumas…. empezaron a caer en mis manos los libros que ahora creo que fueron los correctos. Libros que al finalizar yo quería ampliar… En realidad no hubo nadie que me guiase, yo no vengo de una familia lectora, de alguna forma crecí salvaje. Por eso creo que en el fondo la culpa la tiene Errol Flynn (risas).
Y a la hora de hacer esas ilustraciones tan características tuyas ¿cuáles son tus referentes? ¿Qué o quién te ha podido influir?
Son muchísimos, y no todos relacionados con el tema…. Por ejemplo, Errol Flynn, ya lo he dicho. Pero la influencia viene de muchos campos, principalmente por el hecho de ser lector. Yo tampoco me considero un ilustrador todoterreno; creo que soy un ilustrador literario puro y duro, y en ello me han influido muchos escritores, el teatro, el cine… Como ilustradores admiro a Norman Rockwell, Edward Gorey,… por poner un ejemplo de dos extremos que me encantan. Norman Rockwell es famoso por esa técnica tan progresista y realista, pero para mí además es un ejemplo perfecto de ilustrador capaz de contar una historia en una imagen. Tiene esa técnica perfecta y además es pura narración visual en una imagen congelada. De sus dibujos, de sus personajes, se pueden intuir historias, va dejando pistas en todo… Y Gorey porque tiene ese mundo tan personal suyo, esa ambientación tan británica, aun siendo americano. Además yo estoy obsesionado con Henry James, adoro a Henry James. Mis amigos hacen bromas al respecto porque es mejor no preguntarme nada sobre él. Puedo ponerme a hablar durante horas y no parar.
Qué proceso sigues cuando te enfrentas a una nueva obra. Por una parte, tienes libros que escribes e ilustras tú mismo, pero también eres solo ilustrador de historias que han escrito otros autores. ¿Te enfrentas del mismo modo a ambos tipos de obras?
En realidad, una vez que el texto está, el proceso es el mismo. Cuando ilustro un texto de otro escritor, lo primero que hago es hacer una lectura en profundidad, hacer que el texto se convierta en algo propio. La gran diferencia es que un proyecto propio es algo mucho más personal, algo en lo que puedo dar más rienda suelta a mi universo personal, por decirlo de alguna forma, y tengo esa libertad de que interactúen ambos medios, el texto y la imagen, porque puedo modificar los dos según avance el proceso. Ilustrar un texto ajeno me limita un poco en ese sentido. Soy bastante selectivo en los textos que ilustro, cada vez más, de modo que cuando recibo un texto pienso si me hubiese gustado escribirlo yo. Si la respuesta es sí, lo acepto y empieza el proceso… Lo convierto en algo mío y empiezo a jugar con ello, con intentar materializar esas imágenes que se han formado en mi mente durante el proceso de la lectura, intentar hacer una lectura personal y tratar de ilustrarla.
También ilustras textos de escritores reconocidos, pesos pesados de la literatura como Henry James o Roald Dahl…. Sientes algún tipo de presión particular en este caso?
No percibo esa presión, de hecho muchas veces me doy cuenta después de hacerlo. Recuerdo cuando ilustré Blancanieves, de los Grimm. Hubo gente que me hizo la misma pregunta. Para mí son libros tan irresistibles que es pura diversión. Si en un cuento como Alicia empiezas a plantearte quién lo ha ilustrado antes, no sigues porque… ¿qué tengo yo que añadir a lo que se ha hecho ya? en realidad nada. Lo que puedo hacer es una recreación, hacerlo yo, no sé si aporta nada nuevo pero…..se trata de hacerlo con sinceridad, disfrutando de ello.. Me encantan los cuentos tradicionales. Yo leo clásicos, me encanta Dickens y en general la literatura inglesa. Cuando me enfrento a ilustrar un clásico así jamás intento hacer una lectura para crear algo atrevido o rompedor. Lo que hago simplemente es liberarme de la presión que supone todo lo anterior, y aprovecharlo, sin rechazar todo el bagaje que lleva ya una obra. Por ejemplo, cuando estaba ilustrando los enanitos de Blancanieves me pasé dos días cantando el ay hop, ay hop. Es algo que está tan dentro del imaginario popular que ¿por qué no utilizarlo…? Cada vez que alguien ilustra un cuento tradicional, lo transforma a su manera, pero aun así está respetando todo lo que ha heredado…. Hace poco vi una película de los Hermanos Coen, A propósito de Llewin Davis, en la que el protagonista, un cantante de música folk, dice algo así como cuando una canción nunca ha sido nueva, pero jamás envejece, es una canción folk. Para mí los cuentos tradicionales son eso, cuentos que nunca han sido nuevos, pero nunca envejecen. Y es totalmente respetable que uno trate de actualizarlos, pero yo nunca sacrificaría esa tradición que lo ha mantenido vivo durante siglos conectando con el lector… Y no significa hacer algo apolillado. Lo que lo hace nuevo es que lo está haciendo una voz que hasta ahora no se había visto u oído. Pasa lo mismo con la música clásica. En cuanto aparece un nuevo pianista lo primero que hace es grabar las sonatas de piano de Beethoven. Realmente nadie va a superar no sé qué versión que se hizo en los años 50 de no sé qué pianista, pero da igual. Y es que cada generación siente la necesidad de decir algo a través de esa música escrita hace más de 200 años. Para mí se trata de olvidarte de lo anterior, hacerlo sinceramente y después ya se vera…
Cuando escribes o ilustras, ¿piensas en la edad a la qué supuestamente, va dirigido el libro? ¿Cambian tus ilustraciones dependiendo de la edad de ese lector?
Para mí es imposible trabajar para una edad concreta porque no soy capaz de ver una edad como un grupo uniforme de niños. No creo que todos los niños de siete años sean iguales, que todos tengan los mismos gustos o el mismo nivel lector. Veo la lectura como algo totalmente individual…
Pero sí veras diferencia entre un lector de siete y uno de doce…
Sí, pero también depende de qué lector de siete y qué lector de doce. La cuestión es si la literatura infantil son los libros que se hacen para niños o los libros que leen los niños, porque nunca sabes qué va a elegir o va a querer leer cada niño, quizá le resulta más atractivo un libro para mayores aunque en realidad no lo entienda….
Pero cuando te dan un libro para ilustrar y no te dan la edad, ¿piensas en una edad determinada?
No, no, no, yo lo hago a mi manera. Con esto no quiero decir que le de la espalda al lector, o que no piense en que le tiene que gustar, todo lo contrario. Lo que no puedo hacer es intentar ajustarlo a una especie de imagen ficticia de un lector ideal de una edad determinada porque no creo que exista eso. La solución vuelve a ser la sinceridad, hacer lo que creo que es lo correcto, lo único que puedo hacer en ese momento con el material con el que estoy trabajando.
Tu anterior trabajo como diseñador grafico, ¿ha influido en tu ocupación actual?
Directamente no. En mis años como diseñador tenia muchísimo más tiempo para leer. Leía muchísimo, ahora también pero en aquella época era una barbaridad porque tenía un trabajo estable y estaba en cierta forma liberado del resto de responsabilidades. Ahora creo que son las lecturas de esa época las que han influido en mi trabajo actual, en el sentido de que aterricé en este mundo con treinta y siete años y ya traía cierto bagaje, para bien o para mal, unos gustos ya definidos… Dibujar dibujé muy poco. Las herramientas cotidianas son las que ahora utilizo para ilustrar pero no las utilizaba de la misma forma. También me sirvió para darme cuenta de lo importante que era para mí escribir, tanto como para dejar un trabajo estable y dedicarme a ello.
Se te conoce principalmente como ilustrador, sin embargo uno de tus primeros libros, Bombastica Naturalis, ya llevaban tu texto. Con qué disfrutas más o como te defines tú.
Por supuesto disfruto más en las obras que son totalmente mías porque en ellas puedo dar rienda suelta a mi universo personal con total libertad creativa. También el trabajo y la responsabilidad son mayores. Pero me gustan las dos formas. Si llevo mucho tiempo ilustrando textos clásicos, me apetece muchísimo hacer algo mío, pero después, al finalizar, me doy cuenta de que termino agotado, y que son los libros que más me desgastan. Cuando termino digo Uff, que relajante sería ahora ilustrar un clásico… En realidad creo que puedo compaginar los dos trabajos así que prefiero tener la posibilidad de escoger que no tener ninguno. Espero seguir escribiendo y a ser posible hacer más textos propios.
Y hablando de Bombástica, ¿de donde te viene esta afición por el latín y la botánica?
Siempre digo que de eso la culpa la tiene mi mujer (risas). A ella le encantan las plantas. Cuando viajamos visitamos los jardines botánicos de todos los lugares. A los dos nos gusta mucho Inglaterra y allí hay lugares alucinantes como los Kew Gardens o el Chelsea Physic Garden,… lugares paradisíacos donde ella es capaz de estar horas mirando una orquídea o mirando unos rododendros. A mí además me gusta mucho la historia y un día en el Physic Garden descubrí unos retoños de un árbol que trajo Joseph Banks de una de sus expediciones. Me inquietó la figura de este personaje, una especie de hombre ilustrado del siglo XVIII, botánico, naturalista y explorador que viajó con el capitán Cook a Australia en busca de nuevas especies botánicas. Poco a poco empecé a profundizar en este tipo de profesionales que surgieron a partir de la Royal Society of London, una mezcla de científicos y exploradores que comenzaron a cuestionar la capacidad de la religión para explicar cualquier fenómeno, buscando respuestas en la observación y la experiencia. A la vez estaba leyendo una biografía de Charles Darwin y entre sus antepasados descubrí a su abuelo, Erasmus Darwin, que me pareció un personaje fascinante, médico, poeta, filósofo, inventor, naturalista… uno de los mejores ejemplos que se me ocurren de polímata, muy conocido en Inglaterra sobre el que el propio Darwin escribió una biografía. Mientras investigaba tuve la suerte de que contactó conmigo Arianna Squillonni, editora de A buen Paso que estaba prácticamente comenzando con la editorial, y me propuso hacer un libro. Iba a ser mi primer libro y yo no quería que fuera muy complicado, pero ya le hablé de Bombastus Dulcimer, el personaje que estaba creando teniendo como modelo a Erasmus y Arianna me dijo, haz un libro con los inventos de Bombastus. Aquello me parecía demasiado frio y además yo quería mostrar más cosas, que además del personaje principal tuviera importancia todo lo que estaba pasando detrás…. Es un libro de botánica porque el texto habla de ello pero detrás están pasando tantas cosas…. Aquello tenía que tener un principio y un final y pensé en hacer un abecedario de plantas, y surgió otro pero: los problemas que surgirían a la hora de traducirlo, si llegaba a traducirse, y pensé lo voy a hacer en latín, y el primer nombre tiene que ser latín de verdad, y el segundo ficticio. Pero ¿Cuál era la historia?, ¿Cuál el vínculo entre una imagen y la siguiente? Así que poco a poco un libro que pretendía ser muy sencillo se convirtió en un año de trabajo y posiblemente el libro más difícil que he hecho en mi vida, no creo que haga otro libro tan difícil…
Está además cargado de referentes literarios y con un texto breve pero con mucho contenido…
Es que el texto va a parte de las imágenes va a parte de todo… El libro en sí es muy abierto, mires donde mires hay un microrrelato no escrito, cada personaje tiene su propia vida y es el protagonista de su propia historia… como en la vida, yo no creo en el mejor amigo del protagonista como personaje secundario, porque él también es protagonista de su historia ¿no?. Además introduje pequeños guiños… hay relaciones escondidas, solo que me prometí que nunca iba a desvelarlos. La diversión para mi está en el juego, en pensar que es un libro que va a terminar el lector… Así que metí de todo. En esa época también acababa de leer Los papeles del Club Pickwick, la primera novela de Dickens. En el prólogo de una de sus obras Dickens decía que tenía un problema con la estructura de sus libros porque al publicarlos por episodios no le resultaba fácil darles una estructura cerrada, y él decía algo así como que se imaginaba que estaba dando un paseo en carroza por Inglaterra y escribía todo aquello que veía por la ventanilla. Entonces yo, que quería darle a Bombastica una estructura cerrada pero que a la vez estuviera muy abierto, lo que hice fue poner como base del texto el catálogo de plantas pero dejando un montón de historias al fondo con todo lo que no contaba el texto. Hay muchas referencias a la literatura inglesa, referencias a cuentos tradicionales, pequeños guiños a Jane Austen, al propio Dickens… Me divertí mucho haciéndolo pero también me surgía una duda ¿A quién le va a gustar este libro?, pensaba, ¿A un niño interesado en la botánica y en Jane Austen? Y Arianna que es muy lista y muy sabia me dijo, este libro, lo estás haciendo para niños que algún día leerán a Jane Austen. Ahí sentí un poco la responsabilidad de estar haciendo libros para futuros lectores (risas)
No es sencillo hacer libros que gusten a niños y padres y que los disfruten no solo como niños sino también como adultos y notarás que eso está pasando.
Pero al final es que uno lo hace sinceramente, cruzas los dedos y esperas conectar, y cuando conectas es lo mejor. Lo que yo creo que es inútil es ir a buscar al lector, porque puedes escribir un libro que no funcione.
La caracterización de tus personajes parece requerir un conocimiento muy profundo de su psicología, cómo haces para decidir cuál es gordo, cual tiene esa cara redonda, cual va a ser más estilizado…..
Se trata un poco de jugar. Borges en alguna entrevista daba como consejo a los nuevos escritores, que no imitasen a Dickens en definir a los personajes por sus deformidades, no hacer caricaturas. Pero cuándo tienes un libro de una extensión tan corta que tiene que funcionar desde el primer impacto visual y quieres transmitir cosas, tienes que jugar con eso. Es lo que hacía Dickens, el escribía novelas larguísimas, pero por fascículos, y tenía que mantener en la memoria del lector quien era cada personaje… Por eso son casi caricaturas, cada uno tiene una forma de hablar, tienen rasgos físicos muy exagerados… Yo juego con esos tópicos e intento conectar con rasgos que todos conocemos. Tal vez no es políticamente correcto pero es una forma de intentar conectar… No solo se trata de hacer un personaje más gordo o más flaco o más guapo o más feo, también hay que buscar algo mucho más sutil. Yo he sido siempre el observador, el que se quedaba callado en una esquina mirando… Me encantan los grandes retratistas, Van Dicke, Ingres, Singer Sargent… que son capaces de hacer un retrato psicológico de sus personajes. No solo ves una persona sino que estás viendo rasgos de su personalidad, de su vida… yo juego con eso. Henry James es para mí alguien que profundiza muchísimo en la psicología de los personajes. En realidad lo que importa son las personas, yo hago historias sobre personas, dibujo personas, y aunque esté dibujando un zorro o unos cuervos estoy hablando de personas, es lo que más me interesa
Y en cuanto a las tramas, cómo las elaboras. Por ejemplo en Brujarella hay dos tramas. Hay un prólogo en el que se habla de lo que está pasando con las ranas, pero, para mí al menos, el cuento empieza cuando se pierde el calcetín, ¿qué surge primero?
Ese es el misterioso mundo de las ideas. Nadie ha sido capaz de explicar jamás de donde vienen. A veces surgen de un chispazo, de una tontería… Bombastica ya os he dicho de donde surge, de tirar de un hilo, de la Botánica, de las plantas, de la historia, de Jane Austen de Dickens… Brujarella surge de la extraña costumbre que tiene mi lavadora de tragarse calcetines, que si metes cuatro salen tres… de una chorrada como esa (risas). Yo creo que es imposible explicar cómo se unen las tramas….
Pero, ¿hay mucho proceso de escritura, reescritura…?
Cuando empiezo a escribir, la historia ya está en mi cabeza. Hasta que no sé por dónde va a ir y cómo va a terminar no sé si va a merecer la pena. No están todos los detalles porque sería aburridísimo, pero entonces comienza el proceso de crecimiento de la trama desde dentro, digamos. En mi caso es como que las ideas llegan todas en bloque. Por ejemplo cuando escribí El cuento del carpintero, mientras pensaba que estaba perdiendo los miembros ya tenía en mente la idea de la cabeza. Es como si surgiera la idea en un momento, en un chispazo…. Los griegos, que son tan listos, son los que lo explicaron mejor al inventarse a las musas. Las musas son hijas de Mnemósine, diosa de la memoria, y Zeus. La memoria es todo lo que has leído, todo lo que has vivido, todo lo que has pensado… y Zeus es el creador. Esa mezcla de todo lo que sabes, todo lo que eres, todo lo que has leído… y luego esa chispa divina que es lo que le da la vida final y lo transforma en otra cosa sin poderse explicar. Esta es la metáfora de como surgen las ideas.
¿Y el humor?
Eso es algo totalmente espontaneo, es inútil sentarse y decir, voy a escribir un libro de humor, surge durante el proceso, no es algo que uno se plantee.
¿Escribes tú solo?, ¿no consultas a nadie?
Lo voy enseñando. Martirizo a la gente, pero cada vez menos. Sí me gusta trabajar mucho con la editora, enseñárselo y… yo soy muy reescritor. Lo que más me gusta es escribir esa primera versión, que es en la que sufro (risas), pero después me encanta reescribir. Es casi el mismo proceso que utilizo para dibujar. Empiezo con una especie de boceto y después trabajo los detalles, y más detalles y más detalles. Escribir es lo mismo. Una vez que está la historia se trata de pulir, pulir, reescribir, leer, leer en voz alta. Sí que tengo muy en cuenta siempre la voz del narrador, me gustan mucho los cuentos tradicionales y me encantan los cuentos leídos en voz alta, los cuentos contados, para mí es donde está la base de todo. Intento tener muy en cuenta el ritmo, la narración, la cadencia de las palabras, su sonido… Me gusta mucho pulir, y soy igual de maniático al escribir que al dibujar.
Sin salir de Brujarella, hemos visto en Internet imágenes en color pero se publicaron en blanco y negro…..
Las ilustraciones estaban creadas en color pero por motivos editoriales al final se decidió publicar en blanco y negro. Es interesante porque le da un ambiente brujeril, pero sí, yo había jugado mucho con los verdes , en el libro estoy también todo el rato mencionando distintos matices de verde, y el cuento está lleno de distintos verdes, es una pena, pero….
¿Por qué nos da la sensación de que en El cazador y la ballena tu estilo es diferente al de tus obras posteriores?
Principalmente porque fue el primer libro que ilustré. Aprendí mucho durante ese proceso, de hecho Bombastus Dulcimer nació en el contexto de creación de ese libro. Me llevó mucho tiempo, casi un año y la técnica era muy diferente. Tuve que cambiar mucho de colores y crearlos llevaba un proceso muy largo porque trabajaba por capas, una capa de un color, otra encima, otra matizando…. Al final cuando se fotografiaron los dibujos y me los enviaron, habían perdido muchísimos matices, y hubo que retocarlos digitalmente, de hecho hay partes que son digitales porque se habían quedado calvas. Me pasa con todos los libros cuando los acabo. Intento distanciarme de ellos, una vez que termino uno, no lo vuelvo a mirar, porque acabo saturado, y no veo más que defectos. Pero todos son importantes. Si no hubiese hecho El cazador y la Ballena, no hubiera hecho Bombastica, si no hubiera hecho Bombastica no habría hecho el siguiente y así sucesivamente… Cuando los miro un tiempo después, ya publicados, intento verlos a través de los ojos de los lectores. Ahora, echando la mirada atrás, pienso que me envejecen peor las imágenes que los textos. Los textos los leo y pienso que es como son y ya está, en cambio hay imágenes reharía. Es parte de la evolución… Me consuela pensar que cada libro tiene lo mejor que podía haber hecho en ese momento. Y lo que aprendí durante ese proceso. Eso siempre te lo quedas.
Esto enlaza con la siguiente pregunta, ¿Cómo ves tú la evolución de tu obra a través de los años?
Existe. Yo veo completamente diferente un dibujo de Bombastica y el más reciente de La Gioconda. En una presentación en Valencia me decían tu estilo es inconfundible, vemos algo tuyo y se ve el estilo de Iban y si te das cuenta, tú coges un pie de mi primer libro y un pie del más reciente y son completamente diferentes. Lo que percibe la gente, en realidad, es el mundo personal que el autor plasma, algo que no tiene nada que ver con la estética. Porque las caras son completamente distintas…, la técnica es distinta.
¿Hay algún libro, propio o ajeno cuya ilustración se te haya resistido?
Me pasó que una editorial me encargó ilustrar un libro de Jane Austen, que me encanta, he leído todos sus libros, he visto sus películas varias veces, he viajado a Londres y he visitado lugares de su vida, ¡me encanta Jane Austen!, pero al tener que ilustrarla… no lo veía. Quizá porque la historia transcurre de una manera muy estática, a base de diálogos… Y no fui capaz de traérmelo a mi terreno, por mucho que me encantase el libro, tuve que dejarlo. Hice como cuatro o cinco pruebas pero fue imposible. La editora fue muy maja, lo comprendió y en lugar de ese me encargó otro. Pero en ese me tuve que rendir.
Quizá el hecho de que te gustara tanto la autora jugó en tu contra.
Tal vez, pero sin embargo, ilustré un libro de Henry James, que para mí es diferente a los demás… (me da igual cual sea vuestro escritor favorito, sabed que estáis equivocadas, jajaja), y lo hice encantado y encima era cuando estaba empezando, yo creo que fue como el cuarto libro…
Otra vuelta de tuerca.
Sí, es una edición anotada, con prólogo y datos biográficos… está muy bien. Me tuve que poner muy serio, tuve que abandonar el mundo de los libros que había hecho hasta entonces y meterme a fondo. Es un libro que utilizo mucho como ejemplo cuando doy alguna charla porque tuve que hacer cosas que no había hecho nunca y que no he vuelto a hacer. Y es un lujo ¡imaginaros!. Como ilustrador lo más cerca que uno puede estar de su autor favorito es ilustrándole un libro, ¿no? Fue muy interesante.
¿Has experimentado el libro en formato digital?
Algunos me los han publicado, sí. A mí me gusta mucho la tecnología, soy bastante digital pero luego me encantan los libros tradicionales. En mi caso conviven. Lo digital me parece una herramienta pero un libro en papel es algo perfecto, es tan perfecto que me da pena llevármelo por ejemplo a la playa. No soporto que se me estropee un libro, y si presto alguno y me lo devuelven mal, lo tiro y me compro otro. Utilizo el libro digital como algo auxiliar, es muy cómodo si viajas. Además no creo que los libros sean caros, me parece ridículo pagar veinte euros por un libro, una simple copa te puede costar la mitad. Por ejemplo, el último libro que estoy leyendo es la antología de los tres libros de los antepasados de Calvino, lo tengo en papel pero en cuanto pueda me lo compro en digital porque me parece una inversión tener esa joya conmigo, ¡la de horas de disfrute que me proporcionará! y pensar que lo voy a tener siempre al lado no tiene precio. Me parece un debate interesante pero no están reñidos y en ningún momento pienso que lo digital sea algo que reemplace al papel.
¿Crees que podrías haberte dedicado a otra cosa que no fuera lo que haces en la actualidad?
Creo que no, aunque me hubiera gustado ser compositor de música clásica (risas) pero si el mundo de la edición y de los libros es una locura, eso ya ni te cuento. A mí me gustaría haber sido compositor de música clásica de principios del siglo XX y por supuesto ser rico y poder hacerlo sin problemas (risas)
Entonces, ¿Tocas algún instrumento?
Si, toco el clarinete, la guitarra y el ukelele. A parte de esto, desde un punto de vista muy idílico, me hubiera dedicado a alguna profesión relacionada con los libros. Me hubiera gustado ser librero, pero no el librero que tiene que estar con los pedidos y albaranes, sino alguien que da libros a la gente para que le mejoren la vida y esas cosas, también bibliotecario, siempre algo relacionado con los libros….
¿Recuerdas algún libro que marcara tu infancia?
Si y no. Lo que me marcó no fue tanto que me gustara un libro como el hábito de leer. La memoria de la lectura es para mí más importante que un libro concreto. Ahora veo libros y pienso, si este libro lo hubiera puesto alguien en mis manos cuando tenía 15 años me hubiese cambiado la vida. Es fantástico cómo un libro afecta a tu estado de ánimo… pero primero te tiene que atapar el duende de la lectura. Me gustaría coger a alguien de la calle y poner en sus manos… yo que sé, El Idiota de Dostoievski y pensar que le va a afectar el príncipe Myshkin como me afectó a mí que lo leí con 19 años. En realidad los libros de aventuras fueron los que me atraparon y si tengo que elegir uno… La isla del Tesoro. En mi época también había videojuegos, que me parecen super interesantes como forma de ocio, pero no están reñidos con la lectura, y además al final lo que de verdad te va a marcar va a ser el libro y el hábito de leer.
¿Cómo vives el proceso de creación editorial? ¿Participas en la toma de decisiones?
Lo ideal es que se puede trabajar en equipo, a mí me encanta trabajar con un editor que tenga el mismo entusiasmo con el libro que tengo yo, o más, si es el caso. Si conectas y estás en la misma onda, al final te implicas, sin quererlo. No se trata de pisar el terreno del otro, simplemente estás haciendo un libro entre varias personas, cada uno haciendo lo mejor que puede su parte para que quede lo mejor posible. En otros casos, me tengo que limitar a hacer mi trabajo, a hacer los dibujos, y ya está pero para mí lo ideal es participar sin imponer, realizar un intercambio de ideas que enriquezca lo que estás haciendo, con respeto por el trabajo del otro.
¿Has tenido alguna vez la sensación de que el libro deja de ser tuyo cuando lo pones en manos del editor?
El libro nunca es cien por cien lo que tú querrías que hubiese sido. Siempre tienes que ceder cosas. Pero probablemente tampoco es cien por cien lo que el editor hubiera querido que fuese. Se trata de ceder, y a veces eso que tú no querías ha mejorado el resultado final. Y al final es el lector el que tiene la opinión que vale. Depende del proyecto, pero en general me encanta participar porque al final se aprende muchísimo de trabajar con gente que está sincronizada en tu misma onda Si cada uno esta remando en una dirección diferente eso va a salir mal.
¿Puedes decir cuál es el trabajo del que te sientes más satisfecho?
Todos mis libros llevan lo máximo que podía hacer en ese momento y con todos he estado implicado, si no, no lo hubiera hecho. Incluso los que menos me gustan también me han servido para algo. Sí me siento más unido a los que he hecho con mi propio texto, porque es como que soy padre y madre.
¿Cuál es el último libro con el que has disfrutado? No tiene por qué ser el último que has leído.
El último que he leído es el último que he disfrutado, El vizconde de Mediado de Calvino. En realidad estoy leyendo la trilogía que ha editado Siruela, y ahora estoy con El barón rampante. Es un libro que leí hace veinte años y ahora los estoy disfrutando un montón. El vizconde es el primero que aparece en la trilogía y es el que más me gusta de los tres. Al releerlo me he dado cuenta de hasta qué punto me influyó este relato sin saberlo; veo cosas por las que creo que ese libro me marcó, incluso hay un carpintero, que se llama Pietro que se asemeja al de El cuento del carpintero. Mucha gente analiza este relato como una especie de cuento moral en el que se critica la guerra, el carpintero es muy bueno y el barón es un bicho, pero yo no lo veo tan claro. Para mí el carpintero es mucho más ambiguo, me extraña que no se rebele y no le importe cómo va a utilizar el barón los miembros que él le construye y el mal que puede hacer con ellos. Y en El Vizconde hay un carpintero parecido que se dedica a construir horcas cada vez más sofisticadas para ahorcar a más gente al mismo tiempo sin importarle el uso que el Vizconde le va a dar. Se trata del mismo dilema ético que yo metí en El cuento del carpintero…, quizá quedó un poco difuso en la fábula y por supuesto no quiero para nada dirigir la lectura de nadie. Os juro que no lo he copiado (risas), pero está ahí, y veinte años después de leerlo por primera vez veo que lo que yo quería que se intuyese en mi libro aparece explicito ya en el texto de Calvino.
Y casi para finalizar, ¿Cómo surgió tu versión pop de La Gioconda de Un cuento y veintitrés sonrisas?
Bueno…, es una imagen tan versionada, tan parodiada, que decidí distanciarme de ella, introducir un pintor y dejar que fuera el pintor de la imagen quien pintara a La Gioconda.
¿Y qué hay de tu próximo proyecto?
Empiezo ya a escribir un nuevo relato que no forma serie pero está en la línea de El cuento del carpintero y El único y verdadero rey del bosque. Aún no tengo título, a pesar de que me gustan mucho los títulos. Recientemente he descubierto que hay un cuento de Wilhelm y Jacob Grimm que se parece mucho a lo que yo estoy escribiendo, probablemente eso también esté en alguna parte de mi inconsciente (risas) La verdad es que es totalmente diferente pero es la misma idea, la misma base, es una especie de cuento tradicional pero va a ser el más oscuro de todos los que he hecho, el más pesimista.
Y aquí acabamos. Con la miel en los labios de ese nuevo libro que esperamos no tarde mucho en publicarse, y tras haber pasado una magnífica tarde de conversación: Paso tanto tiempo encerrado que cuando salgo y alguien me escucha…., espero que podáis salvar algo, chicas. Hemos salvado muuuucchhhaaas cosas. Gracias Iban